Revista blog: Se colgó la vaca

Diarios de la Vaca

Para justificarnos, para dar fe de erratas, para mentarnos la madre, para sufrir, para gozar, para discutir sobre basura reciclable.

domingo, 16 de octubre de 2011

Consejo de redacción virtual.

Este mes investigamos con rigor los alcances y limitantes de un consejo de redacción a través de la web. Podriamos suponer de entrada, que un consejo de esta naturaleza trasciende las fronteras nacionales y crea un equipo de trabajo en el que personas de todo el globo pueden publicar. Pero...

Consejo de redacción virtual #1

Lo vivo, lo inanimado, lo que lo estuvo alguna vez y todo aquello que pretende algún día respirar. 


Para esta número:

Es miselánea, así que pueden fotografiar todo lo animado y lo inerte, escribir sobre lo que les apetezca y entrevistar a cualquier ente susceptible de ello (necesitamos que responda, nada más). De cada uno de los redactores fijos de la revista necesito que:

- Me pase tres opciones de tema sobre el cual escribir. Además, busquen el enfoque que les gustaría darle a dicho tema, dado que algunos se facilitan más para la crónica, otros para la entrevista, etc.

-Piensen en una sección. Una separata de la revista donde puedan escribir como les gusta, así articulamos al gusto de todos el medio. Las mejores idean se incluyen y sus creadores se encargan de ellas.




Recibo material hasta el 26 de octubre. Ni un día más. 

lunes, 3 de octubre de 2011

Entre zapatos, pies y cubiertos.

Lo sé, de cubiertos no tuvimos mucho en esta edición. Mejor dicho, nada, salvo la historia sobre el vaso de poliestireno y su destino gris. No justifico nada, porque las excusas son una medida de la mediocridad y en la editorial intentamos articular toda una campaña en su contra, por lo que sería un descaro. Lo que si es innegable es que La Vaca es un esfuerzo independiente de estudiantes universitarios, que además de estudiar deben preocuparse por sobrevivir. Con sobrevivir me refiero a todo tipo de menester corporal. Por eso y sin ánimo de pedir disculpas a los lectores, porque no se trata de suplicar, pasamos tanto tiempo sin publicar. 

El sinsabor que me queda cala hondo. Soy un amante de la revista, pienso en ella con regularidad y trato siempre de mejorarla, sin embargo el contenido proyectado para esta edición no se cumplió en su 100%. Es más, diría yo que fue un triste 20, comparado con todo lo que pretendí a principios de septiembre sería la publicación de finales de mes. Pero el resultado fue otro, que sin ánimos de menospreciarlo, pudo ser muchísimo mejor. La propuesta original planteaba una entrevista corta, algo así como tres preguntas con respuestas concluyentes. Otra idea era la de publicar el recuento histórico de los zapatos, desde su nacimiento hasta hoy, salvo que ningún dato sería real y todos los personajes vivirían en la ficción. Y muchas más ideas pasaron por el papel, desde cuentos hasta reportajes sobre cordones, la revista-blog este mes se perfilaba excelente.

La modorra, desafortunadamente, acabó con nuestras aspiraciones y muchos de esos impulsos iniciales se disiparon entre el trajín del día a día. Pudo haber sido una publicación memorable. Falta quizás una motivación fuerte para los colaboradores de la revista, y para el editor, uno de los más perezosos. Necesitamos un mecanismo que los mueva a trabajar e investigar por su propia mano y que, luego de prepararse, articulen junto a los demás colaboradores una pieza de información que alimente la creación colectiva colombiana. La idea es que la motivación no sea el miedo, la más usual. La idea es que no sigamos siendo mediocres, porque lo somos o al menos yo lo soy. La idea es crear, sé que podemos, lo sé.

Pablo Jaramillo Editor caprichoso de Se colgó la Vaca

domingo, 4 de septiembre de 2011

En construcción


El manual de estilo de La Vaca está en construcción, así como el código de ética. Algo que debiéramos empezar a pensar y

nunca olvidar es el significado de determinados conceptos de los que aseguramos la Vaca es defensora o incluso pionera.

Primero ¿qué es periodismo?, luego: ¿qué es absurdo? y después: ¿experimental? Con eso claro podemos justificar cada uno

de nuestros caprichos.

La Vaca sigue en periodo de prueba y quizá nunca esté terminada. Lo que me lleva a pensar que experimentar es la forma de


estar menos equivocado.


Pablo Jaramillo J 

lunes, 29 de agosto de 2011

Justifiquemos tanta ociosidad

La Vaca nació como un experimento y se convirtió en un laboratorio. Errática como sus creadores, este espacio comenzó a fluctuar entre el tiempo y la materia para albergar contenido de periodismo experimental. Y que no le diga nadie lo contrario.

Este es, sin mucho más que decir, un lugar para vaciar y probar ideas poco ortodoxas; con la intención de publicarlas. Este es el momento, este el lugar, acá pueden ir a parar las ideas locas que el espíritu joven del conato de periodista, del gustoso de las letras, del fotógrafo empedernido produce en demasía. Y es que necesitamos un sitio semejante para sublimar nuestras pretensiones más extremas. Los involucrados al proyecto, lejos de saber que es la filantropía, nos ponemos en los zapatos de personas como nosotros, que pretenden hacer periodismo y que les gusta contar historias. Sin embargo, y no hay quien loo niegue, los medios de comunicación tradicionales buscan seriedad y objetividad, en favor de la credibilidad. Ahora, sea monos sinceros, a ninguno de nosotros nos gusta escribir con grilletes en los brazos y menos con un par en las alas.

Si no experimentamos la sensación de haber escrito, capturado, o grabado aquello que queríamos contar y de la forma en la que más nos gusta, jamás soportaríamos las trabas de un medio de comunicación tradicional, el horario o la rutina. Es pues la Vaca, entre otras cosas el espacio para ser un periodista joven.

Es en últimas un medio de retroalimentación, en el cual el periodista aporta para descubrir errores o nuevas posibilidades. Así el día de mañana los errores no los pagará con sueldo. Acá es donde errar no sólo es tolerado, sino estimulado. Después de todo, no hay mal que por bien no venga y agarrados de ese adagio nos permitimos invadir la mente de la gente y ponerlos a imaginar.